Eran Cuatro cerros escondidos,
Entre la bruma del valle oeste.
Cuatro noches en larga vigilia,
Buscando aquellos sueños perdidos.
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Un alma callada va contando,
Las horas de un tiempo inanimado.
Corazón de sangre cristalina,
Acongoja deseos soñando.
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Un viento sagrado que al sur nace,
Y se lleva las nubes salvajes.
Ante mis ojos queda el misterio,
Potrero donde la vida yace.
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Eran cuatro cerros olvidados,
Por la memoria y por las conciencias.
Ya nunca podré contar la historia,
Deberán seguir abandonados.
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Carlos Manuel Vicente